La varicela es una enfermedad contagiosa causada por el virus varicela-zoster, un virus de la familia de los herpesvirus que también es el causante del herpes zóster. Es una de las enfermedades clásicas de la infancia, que en los niños suele ser leve pero en adolescentes y adultos tiene mayor riesgo de complicaciones. La enfermedad dura alrededor de una semana.
La varicela puede verse en cualquier época del año, aunque es más frecuente en el invierno y la primavera. El virus causante sólo se transmite de persona a persona, ya sea por contacto directo con las lesiones cutáneas o por vía aérea al expulsarse mediante la tos o los estornudos. El periodo de incubación hasta que aparece la enfermedad es de 2 a 3 semanas. Los enfermos son contagiosos aproximadamente desde 2 días antes de aparecer la erupción hasta unos 5 días después (cuando todas las ampollas se han secado y han pasado a ser costras). También se puede contraer la varicela a partir de las lesiones de una persona con herpes zoster.
La varicela suele curarse o desaparecer en un rango de 7-10 días y genera inmunidad permanente, que se ve reforzada por la exposición periódica al virus. No obstante, hay casos en los que se pierde la inmunidad y se producen segundos episodios de varicela, aunque son excepcionales. Después de pasar la varicela algunos virus se refugian en las neuronas de los ganglios sensitivos, donde permanecen inactivos. En algunas personas después de muchos años el virus se reactiva y aparece el herpes zoster o culebrilla.
El signo más característico de la varicela es una erupción en la piel que aparece en forma de pequeños granos que en poco tiempo se convierten en vesículas (ampollas llenas de líquido). Las vesículas suelen aparecer primero por la cara, el tronco y el cuero cabelludo, extendiéndose después por todo el cuerpo. También puede afectar a la boca y a la vulva. Uno o dos días después las vesículas se transforman en costras. Durante los primeros días aparecen varias oleadas de vesículas, por lo que pueden verse a la vez lesiones en varias fases evolutivas (lo que se conoce como patrón "en cielo estrellado"). Las lesiones de la piel suelen ser pruriginosas (picar).
En el periodo prodrómico (el espacio de tiempo que transcurre antes de que aparezca la erupción, generalmente uno o dos días antes) suelen presentarse otros síntomas como fiebre, dolor de cabeza, malestar general, pérdida de apetito y/o vómitos. Estos síntomas suelen persistir durante los primeros días de la enfermedad, a veces aparecen complicaciones, especialmente en adolescentes, adultos y personas con las defensas bajas. Las más frecuentes son las infecciones de la piel y del tejido subcutáneo, favorecidas por el rascado de las lesiones. Otra complicación típica es la neumonía, que puede ser causada por el propio virus de la varicela o por bacterias. También son típicas las complicaciones neurológicas, en especial la ataxia cerebelosa (alteración del equilibrio y marcha inestable, que suele desaparecer por sí sola). Excepcionalmente se ven complicaciones más graves como la encefalitis o la fascitis necrotizante.
Las embarazadas que no han pasado la varicela son especialmente sensibles dado que, además de tener más riesgo de presentar complicaciones, pueden transmitir la varicela al feto.
El diagnóstico se hace por la erupción vesiculosa y pruriginosa en oleadas, especialmente si hay antecedente reciente de contacto con un enfermo de varicela.
El tartamiento es de acuerdo a lo que el caso requiere, antitemicos, reposo, como prevención se requiere la aplicacion de la vacuna antivaricelica.
La varicela puede verse en cualquier época del año, aunque es más frecuente en el invierno y la primavera. El virus causante sólo se transmite de persona a persona, ya sea por contacto directo con las lesiones cutáneas o por vía aérea al expulsarse mediante la tos o los estornudos. El periodo de incubación hasta que aparece la enfermedad es de 2 a 3 semanas. Los enfermos son contagiosos aproximadamente desde 2 días antes de aparecer la erupción hasta unos 5 días después (cuando todas las ampollas se han secado y han pasado a ser costras). También se puede contraer la varicela a partir de las lesiones de una persona con herpes zoster.
La varicela suele curarse o desaparecer en un rango de 7-10 días y genera inmunidad permanente, que se ve reforzada por la exposición periódica al virus. No obstante, hay casos en los que se pierde la inmunidad y se producen segundos episodios de varicela, aunque son excepcionales. Después de pasar la varicela algunos virus se refugian en las neuronas de los ganglios sensitivos, donde permanecen inactivos. En algunas personas después de muchos años el virus se reactiva y aparece el herpes zoster o culebrilla.
El signo más característico de la varicela es una erupción en la piel que aparece en forma de pequeños granos que en poco tiempo se convierten en vesículas (ampollas llenas de líquido). Las vesículas suelen aparecer primero por la cara, el tronco y el cuero cabelludo, extendiéndose después por todo el cuerpo. También puede afectar a la boca y a la vulva. Uno o dos días después las vesículas se transforman en costras. Durante los primeros días aparecen varias oleadas de vesículas, por lo que pueden verse a la vez lesiones en varias fases evolutivas (lo que se conoce como patrón "en cielo estrellado"). Las lesiones de la piel suelen ser pruriginosas (picar).
En el periodo prodrómico (el espacio de tiempo que transcurre antes de que aparezca la erupción, generalmente uno o dos días antes) suelen presentarse otros síntomas como fiebre, dolor de cabeza, malestar general, pérdida de apetito y/o vómitos. Estos síntomas suelen persistir durante los primeros días de la enfermedad, a veces aparecen complicaciones, especialmente en adolescentes, adultos y personas con las defensas bajas. Las más frecuentes son las infecciones de la piel y del tejido subcutáneo, favorecidas por el rascado de las lesiones. Otra complicación típica es la neumonía, que puede ser causada por el propio virus de la varicela o por bacterias. También son típicas las complicaciones neurológicas, en especial la ataxia cerebelosa (alteración del equilibrio y marcha inestable, que suele desaparecer por sí sola). Excepcionalmente se ven complicaciones más graves como la encefalitis o la fascitis necrotizante.
Las embarazadas que no han pasado la varicela son especialmente sensibles dado que, además de tener más riesgo de presentar complicaciones, pueden transmitir la varicela al feto.
El diagnóstico se hace por la erupción vesiculosa y pruriginosa en oleadas, especialmente si hay antecedente reciente de contacto con un enfermo de varicela.
El tartamiento es de acuerdo a lo que el caso requiere, antitemicos, reposo, como prevención se requiere la aplicacion de la vacuna antivaricelica.
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