10 agosto 2008

Exigen al Papa que rehabiliten a los templarios

Una denuncia, interpuesta en un juzgado de Madrid, España, fue formulada contra Benedicto XVI como sucesor de Clemente V, el Papa que, a principios del siglo 14 cedió a la presión de Felipe IV de Francia, y disolvió la Orden del Temple. En la demanda, tampoco han olvidado otro detalle: el reconocimiento de los bienes incautados a la primera Orden del Temple, que han valorado para 2008 en € 100.000 millones. Sin embargo, se trata sólo de un reconocimiento. En ningún caso piden la restitución de esos bienes. "No pretendemos producir la quiebra económica de la Iglesia Romana", añadió el escrito, "sino que el tribunal pueda hacerse una idea de la operación tramada contra nuestra Orden".
Según la asociación, registrada legalmente, los templarios tenían 9.000 propiedades en media Europa. A estas, habría que añadir numerosos derechos sobre tierras y pastos comunales, molinos y otros aranceles comerciales y portuarios. En el momento de disolución de la Orden del Temple, también conocida como Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, contaba con 15.000 miembros y posesiones en los territorios actuales de España, Francia, Inglaterra, Portugal, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo y Polonia. La demanda no fue admitida a trámite en primera instancia, por lo que se encuentra pendiente de un recurso de apelación interpuesto ante la Audiencia Provincial de Madrid. En el auto en que fue desestimada, la jueza justificó su decisión en la falta de jurisdicción, al entender que no correspondía al tribunal pronunciarse sobre hechos que sucedieron hace 700 años y que son "materia propia de historiadores". La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín: Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici), conocida como los Caballeros Templarios o la Orden del Templo (francés: Ordre du Temple o Templiers), fue una de las más famosas órdenes militares cristianas. Esta organización se mantuvo activa durante poco más de dos siglos. Fue fundada por 9 caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras el término de la Primera Cruzada (1118). Su propósito original era el de proteger las vidas de los cristianos que peregrinaron a Jerusalén tras su conquista. Aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica en 1129, la Orden del Templo creció rápidamente en tamaño y poder. Los Caballeros Templarios empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada. Los miembros de la Orden del Templo se encontraban entre las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco, y edificando una serie de fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa.
El éxito de los templarios se encuentra estrechamente vinculado a las Cruzadas; la pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos de la Orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios creó una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, considerablemente endeudado con la Orden, comenzó a presionar al Papa Clemente V con el objeto de que éste tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera. En 1312, Clemente cedió a las presiones de Felipe y disolvió la orden. La brusca desaparición de su estructura social dio lugar a numerosas especulaciones y leyendas, que han mantenido vivo el nombre de los Caballeros Templarios.

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